domingo, 3 de junio de 2018

LA CELEBRACIÓN DE LA MEMORIA DEMOCRÁTICA.

Es una pena. De verdad, es inconcebible que todavía haya miles de españoles enterrados en cunetas. Es una ignominia. Una ignominia que se debería haber solucionado hace muchos años. No sé por qué no se ha hecho. No será por tiempo. Por ejemplo. El maldito fascismo franquista se inició el 1 de abril de 1939 y acabó el 20 de noviembre de 1975. Tuvimos que soportar -y a mí me toco una pequeña parte-, treinta y seis años de la paz franquista, celebrada año tras año. Pero desde 1975 ya han pasado cuarenta y dos años, es decir, más de lo que duró la dictadura.
Yo, que me dejé mi juventud por el partido que hoy gobierna en todos los ámbitos -desde mi ombligo, pues dominan el doble poder local (ayuntamiento y diputación), el autonómico y estatal (ahí está la sorpresa de Pedro Sánchez)-, sigo sorprendido por el toque de arrebato que nos da la Junta de Andalucía para celebrar la memoria histórica. Esa memoria histórica referida a la gente que sigue en las cunetas, pero que perfectamente podían haber resuelto si después de tantos años de mandato (en Andalucía, siempre, y en España hay que sumar lo de Felipe y Zapatero), se hubieran dedicado a sacar gente de las cunetas y no a rellenar los bolsillos de una cantidad infame de personas en ERE, Faffe y la madre que los parió. Perdí seis maravillosos años de mi vida, desde los quince a los veintiuno -desde el 75 al 81- para ver lo que veo. Después de más de cuarenta años de democracia,  que se siga hablando de la memoria histórica, duele, ¡es que hasta en este apartado ha habido quien ha comido, y muy bien!.
Pues sí, hay que hablar de nuestra memoria histórica:

http://www.juntadeandalucia.es/boja/2018/101/BOJA18-101-00002-9158-01_00136546.pdf

No, no. La del enlace, no. La de verdad, pues ésa es una pequeña parte.

Yo, cuando explico la Historia de España, especialmente al hacerlo a Segundo de Bachillerato, el primer día pido disculpas al alumnado por tener la historia que tenemos, la creada por nuestros antepasados. Y, de verdad, que debe avergonzarnos...
No voy a remover viejas historias imperiales, sólo voy a arrancar en 1700, fecha de la muerte de Carlos II, el último Habsburgo. La muerte sin sucesión del último Austria va a iniciar una doble guerra, la internacional y la civil. No voy a extenderme en detalles, de ahí viene, por ejemplo, la celebración de la diada catalana. El 11 de septiembre de 1714 Barcelona fue bombardeada. No voy a entrar en intentar inventarme una nueva historia, pues en la real Cataluña defendía la permanencia de los Habsburgo -o es falso-. Pues sí, una primera guerra civil, que fue ganada por el bando borbón y, al aplicar los Decretos de Nueva Planta -para casi todos los territorios españoles-, por primera vez creó el estado-nación de España. 
Mis compañeros me recordarán cómo ahora surgen los privilegios forales vascos y navarros, pero esta entrada no va de ese tema.
Ahí tenemos la enésima guerra civil hispana, porque si nos retrotraemos podríamos haber comentado muchas más, pero esto sería el "cuento la haba que nunca se acaba". Así que comenzamos en ésa.
Vamos a dejar un margen de un siglo para iniciar la siguiente, pues conviene recordar que con la ocupación francesa de España, la Guerra de la Independencia, tenemos otra guerra civil. Reitero que podría haber incluido otros pequeños escarceos en esto de enfrentamientos entre padres e hijos -y antes del propio Motín de Aranjuez-. Pues sí, la llegada del francés iba a enfrentar a los afrancesados contra los españoles contrarios al francés -pues en este último bando cabía desde la Iglesia a gente como Jovellanos-. Otro episodio donde nos enfrentábamos -¡qué bien lo reflejó nuestro periodista del momento, Goya!-.
Conseguimos echar a los franceses y volvió el deseado, Fernando VII, el del Motín de Aranjuez, probablemente el rey más indecente que hemos tenido, y eso que abundan: el rey felón/falón. El ominoso, el que después de que nuestros antepasados se dejaran la piel contra el francés, se dedicó a fusilar, exiliar o ahorcar a los que habían luchado por nuestras libertades. Y no solo en 1814, sino en todo el periodo que va hasta su muerte. La verdad es que el pueblo español tampoco ha sido, hemos sido, muy inteligente, pues lo de "vivan las cadenas" lo llevamos muy a bien, y no solo en la procesión "del Silencio" de mi pueblo, Cabra, en la noche del Jueves al Viernes Santo.
Pues sí, olvidando el ominoso episodio de ese mal nacido, llegó su hija y se inició otra  nueva guerra civil: Las dos y media, o tres, Guerras Carlistas. 
Las Guerras Carlistas se van a extender desde los años treinta del XIX hasta la segunda mitad. Es increíble, cuando Bismarck nos veía, además de sorprenderse, decía: "España es el pueblo más fuerte de la tierra; sus habitantes están intentando acabar con él y no lo consiguen". No será la frase real, ni, probablemente, la diría él, pero queda genial. Yo no he hablado aquí de la doble guerra civil cuando la Independencia, porque allí se inició también la de América -la denominada "emancipación" y que dejó en manos de las élites criollas, y no de los indígenas, esas tierras-.
El momento culmen de nuestra historia contemporánea no es en la Guerra Civil, la del 36 al 39, porque como estamos viendo guerras civiles hay muchas, sino en la Primera República. Después de la Gloriosa de 1868, y tras el fracaso de la monarquía liberal de Amadeo de Saboya (junto a José Napoleón, los mejores reyes que hemos tenido, ojo éste por su ideología y por el intento de imponerse a su hermano), se llega a la Primera República. Una auténtica casa de lenocinio. Si no fuera por la cantidad de personas que se dejaron la vida en esa etapa, podríamos hablar que era una novela de Marx, pero no de Carlos, sino de Groucho. Tres, reitero, tres guerras civiles al mismo tiempo. Parece increíble, pero cierto. Tres eran tres las guerras de Elena, diría la canción: La primera, por orden, la última Carlista; la segunda, el cantonalismo; la tercera, la de Cuba. Pues sí, tres en una tierra, España. Inconcebible.
Y llegamos al siglo XX. Como verán los lectores, he pasado de Marruecos. Podría ser incluso la cuarta. Allí murieron muchos paisanos, como en la de Cuba y Filipinas, pero no voy a regodearme más en nuestra estulticia.
Pues sí, llegamos a nuestra Guerra Civil con mayúscula. Pero nuestra Guerra Civil con mayúscula no solo es una guerra. Sería injusto: dentro de nuestra Guerra Civil y dentro de nuestra Segunda República hay más historias. Si comenzamos por la Segunda República debemos recordar la "gimnasia revolucionaria" que tanto amargó a Manuel Azaña, incluso tuvo que dimitir. Antes estuvo la Sanjurjada fascista -y que tanto marcó la República-. Pero no son las únicas dos. ¿Qué sucedió en octubre del 34? ¿Sólo tiene derecho la izquierda, entre la que me incluyo, a decidir cuándo son legales los procesos democráticos? 
Sí, la infamia del 17 o 18 de julio de 1936 no tiene nombre. Pero no tiene nombre lo que sucedió. Se me revuelven las entrañas cuando voy a ver la imponente catedral de Jaén y observo los "asesinados por la revolución marxista". No, no fue una revolución marxista, fue una revolución fascista, pero conviene recordar cómo ambos bandos mataron a padres, madres, hermanos, hijos... Y que sí, que solo una parte está en la cuneta. Pero, además de sacarlos de allí, deberíamos hacer un análisis de conciencia y ver quién asesinó, y no fueron solo los franquistas, pues sigo pensando que, en gran medida, la derrota de la democracia en nuestra guerra intestina se debió a la infame actuación, en el bando republicano, de comunistas y anarquistas. Sí, el fascismo asesinó. Pero las tumbas también están llenas de muertos, fusilados, en el otro bando. Y, parte de los que están en las cunetas no solo son de asesinos fascistas... pues quienes depuraron a los anarquistas de las Brigadas Internacionales no fueron ellos. ÉSA ES NUESTRA MEMORIA.

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