lunes, 6 de noviembre de 2017

PACO GARCÍA RUEDA, profesor y director, en tu recuerdo.




Sé que repito esta misma expresión, pues ya la usé hace algo más de año y medio: no es justo, Paco. No es justo. 
No es justo que nos abandones; que dejes a tu hija sin ver cómo termina sus estudios en la Escuela de Arte Dramático y Danza; y a tu hijo; que no puedas comentar con tu mujer las bondades o sinsabores de la dirección de centros educativos; que dejes tirados a tus amigos, como  a nuestro amigo común José Ramón; que no puedas aplicar tu filosofía, de trabajo, de vida, en el IES Luis de Góngora, como lo hiciste en la Escribana de Villaviciosa o en el Rafael de la Hoz. No es justo que te vayas cuando nos has comprometido otra vez en el proyecto de Patrimonitos; ni cuando querías que preparáramos el proyecto por servicios sobre las murallas de Córdoba. No es justo que hayas dejado desamparado a tu alumnado de Emprendimiento y al de Oratoria, los que este año están en Patrimonitos y en el proyecto de las murallas. O a Marta, a Manolo, a Raquel... No es justo que dejes huérfano al profesorado que comparte tu manera de hacer, rompiendo los corsés estúpidos de esa burocracia inútil que nos agota, que nos ahoga, que nos quema hasta el deseo de abandonar todo. No es justo.
No es justo que se vayan los buenos, los válidos. Yo, al menos no tengo ninguna justificación porque no creo en el más allá. Sí creo en el aquí y ahora, en la persona que quiere cambiar el hoy y no el mañana. Y tú eras ése, la persona, el profesor, el director vitalista con deseos de cambiar el mundo desde tu puesto, desde tu centro. El que se rebelaba contra las injusticias del mundo, quien defendía los derechos humanos. El profesor que pensaba globalmente y que actuaba desde su puesto de trabajo; el que añadía granitos de arena para crear una montaña donde todos tuviéramos cabida, más allá de ideologías, raza o género. El torbellino que convirtió un instituto manso en un aluvión de proyectos; que conseguiste arrastrar no solo a un alumnado vitalista, sino que enganchaste a profesorado ya muy cansado: nos metiste un "chute" de vitalidad brutal.
No es justo. No es justo que la persona que ha conseguido difundir en el barrio la figura de Rafael de la Hoz, padre, deje el proyecto a medias. No, tú deberías seguir allí, y dejar tu nuevo destino postergado hasta la futura jubilación. Deberías haber seguido como director del IES Rafael de la Hoz. Ya cambiaste Villaviciosa por Córdoba; y en nuestro IES debías haber permanecido hasta un año antes de la jubilación, para finalizar en el IES Luis de Góngora, no quiero decir "refugio de dinosaurios" porque ciertamente no lo es, pero tú me entiendes. Mi amigo Manolo Toribio, también va a acabar allí, pero él tiene como referente a Antonio Jaén Morente, su motivo de estudio, que fue profesor de ese magnífico instituto.
No es justo, Paco; no es justo que te vayas. Te has adelantado varios decenios. No sé por qué lo has hecho... Sé que tú no querías, ni los que te rodean; ni tu esposa, ni tu hija, ni tus amigos, ni tus compañeros, ni tu alumnado. No, eso no es una forma de visibilizar, de llamar la atención; se llama la atención preparando proyectos, como el que hiciste el año pasado por estas fechas con el alumnado de emprendimiento para recordar el 1 de noviembre, y no muriéndote. Es jodido, de verdad, que ahora nos veamos en la obligación de celebrar, por ti, el siguiente día, el 2 de noviembre. ¿No será uno de tus proyectos?  
¿No será  un montaje y mañana apareces por el centro con esa sonrisa tuya, rodeado de tu alumnado para decir: ¡somos visibles!?
En ocasiones, cuando somos niños, y también de mayores, queremos pensar, o yo al menos lo hacía, que uno vive una vida falsa; simplemente nuestra vida es un sueño, pero que cuando nos despertemos en la vida real eso de vivir y morir es falso. Solo existe la vida. Ahí es donde te veo, en esa vida real o falsa donde espero que llegues y vuelvas a revolucionar el aula, el centro, el CEP, el mundo...
Paco, si de verdad nos has dejado, como hace año y medio nos dejó Eduardo García, otro genio, lo único que puedo hacer es dejarte la poesía que él escribió cuando pensaba en las parcas... cuando bailaba con la muerte:

EN EL LADO OSCURO.

Llamé a la puerta de mi casa y no había nadie. 
Zarandeé mi cuerpo sin respuesta
Un cascarón de piel resonó hueco.
Un cascarón de viento rumbo a nada.


Ahora me voy a tientas, tengo frío.
No sé quién llama a quién, qué voz invoca.
No me reconozco en el espejo.
En el desierto brotan mis pisadas.

PUERTA CONDENADA

Hay veces que te miro y no te reconozco.
Camino al filo de un acantilado.
Hay veces que en tu rostro veo una puerta tapiada
y algo en mí se desploma en el vacío.

Yo quisiera saber de dónde brotan 
el cemento y la piedra en tu mirada.
Yo quisiera escalar el nicho de tus ojos
para saber qué muerto golpea al otro lado.

LOS MUERTOS.

Se despiertan los muertos en mis sueños.
Me contemplan muy pálidos con sus cuencas vacías.
Sólo miran y callan. Son discretos. 
Sólo se descomponen poco a podo.

Cada noche los muertos me reclaman.
Cada noche me aguardan silenciosos.
Se dejan fermentar en paz, sin prisa.
Tienen toda la muerte por delante.

Temo salir al día. Al caminar
su oscuridad me pisa los talones.

CUENTA ATRÁS.

Escucha la armonía de los astros, 
el sutil engranaje, el equilibrio,
la ágil aguja en el pespunte, el tren
discurriendo al compás de las traviesas, 
el batir de tambor en el corazón 
acompañando el ritmo de mis pasos.

En los últimos meses hay notas discordantes, 
chirría el corazón, una burbuja
de carne se rebela, los tejidos
desbordan territorios, algo turbio 
se va infiltrando en mí.

Me agota caminar a contratiempo,
con naturalidad cercar el precipicio.
Me voy aclimatando
al silencio absoluto, el no, la nada.
La cuenta atrás me empuja hacia el vacío.

BAILANDO CON LA MUERTE.

Y ahora a qué vienes tú, la desdentada,
a sacarme a bailar tu danza fúnebre, 
si estás en puros huesos. Quién te manda
madrugar a destiempo, acudir a deshora
en medio de la fiesta de la vida,
si lo tuyo es fluir en las tinieblas, 
llegar cuando la música ha cesado.

¿Cómo quieres que baile 
esa tosca pavana que insinúas
si se te enreda el fémur con la tibia
y no das pie con bola, desgarbada,
si no tienes cintura
y nada más rozarte
se le congela a uno el pensamiento?

Vete a acunar cadáveres, malmuerta,
que tú no tienes swing,
y déjame bailar a pierna suelta
una semana, un mes, un día más.


Estos versos son de Eduardo García, de su libro "La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016)". Paco, si te encuentras por ahí a Eduardo, le das un abrazo y le dices que aquí lo echamos también de menos.


Y, además, Paco, siempre hay algo que nos venga bien; siempre nos aparecen excusas por el camino. Yo, reconozco, soy muy llorón. Y si subo a ese lugar donde estás tú, donde nos quieres dejar, montaría un espectáculo y no ayudaría a calmar a tu esposa o a tus hijos. Se me ha cruzado una excusa, no agradable, pero que me permite salvar esa primera despedida. Espero, mañana estar contigo...

Hasta cuando me toque a mí darte ese abrazo futuro.

Paco García Rueda, profesor y director, nos ha dejado hoy, 6 de noviembre de 2017.