El 30 de junio de 1240, cuentan las
crónicas -puesto que, aun siendo yo mayor, no estaba- fue tomada la
ciudad de Córdoba y su Mezquita Aljama , después de ser
purificada, pasó al culto cristiano. Cinco siglos antes había sido
la Basílica de San Vicente y que fue comprada por los musulmanes a
los hispanovisigodos para convertirla al culto islámico.
Desde el siglo VIII por lo tanto, la
Mezquita-Catedral o Catedral-Mezquita sorprendentemente, o diríamos,
milagrosamente sigue en pie. Eso sí, tras el incidente ocurrido en
el XVI entre el cabildo catedralicio y el ayuntamiento cordobés,
pues este último evitó que se demoliera -en medio estuvo Carlos I-.
Ese excepcional monumento, ahora
Patrimonio de la Humanidad, se mantiene, gracias a Dios -y nunca
mejor dicho- porque ha estado dedicado al culto cristiano/ católico.
Poco patrimonio material se mantiene
en pie. ¿No se han fijado que la mayor parte del patrimonio inmueble
conservado ha sido la edificación religiosa? Excepto los edificios
religiosos que no fueron desamortizados y/o quemados por un
anticlericalismo que no es privativo de la Segunda República -pues
nuestro anticlericalismo va de la mano del liberalismo-. Claro, la
inmediata respuesta: ¡es que la Iglesia es la aliada del poder
reaccionario -lo que yo comparto- y, por lo tanto, no iba a
desaparecer!. La nobleza también mandaba en el Antiguo Régimen y
muchos palacios cayeron en aquel tiempo y han caído con
posterioridad. Edificio religioso que era desacralizado al tiempo ha
caído por la piqueta.
Así que el poder civil ha eliminado
-por intentar mejorar una ciudad o por meros intereses pecuniarios-
gran parte de nuestro patrimonio. Y, excepcionalmente, parte de ese
patrimonio ha desaparecido con el visto bueno de la Iglesia Católica.
Por todo lo anterior lo más probable
es que la piqueta hubiera podido acabar con la Mezquita, luego
Catedral, si hubiera estado solo en manos del poder civil. Primero se
mantiene, luego se abandona, y luego... un chiringuito público -en
forma de ·edificio para no se qué”...- o privado.
Primera conclusión: si la Iglesia,
que estaba en alianza con el poder, no hubiera mantenido el culto...
no habría Mezquita-Catedral (que sí, que sí, sobre todo después
de los “sucesos del XVI”).
Pasó el tiempo, no se desamortizó y
tampoco fue quemado en las épocas iconoclastas -supongo que esas
masas hambrientas y resabiadas ante su padecimiento, aunque algo incultas, también
apreciaban el monumento-.
Ahora, en el siglo XXI, casi
setecientos años después de su conversión al culto cristiano, mil
cuatrocientos años hace que era islámico, y échenle un par de
siglos más cuando era visigodo -San Vicente-, vuelve a salir a la
palestra.
Yo firmé, y lo sigo haciendo, y lo
defiendo desde mi ateísmo más racional, que la Mezquita Catedral se
debe abrir a cualquier culto -especialmente a los de las dos
culturas-, como pido para cualquier edificio religioso ya sea judío,
cristiano, musulmán o lo que sea. Yo no creo, pero tampoco comprendo
cómo los que creen siguen matando por sus ideas -y hacen mártires a
los suyos que se matan y a los demás (aunque me da la impresión de
que si Dios o como se llame existe no lo compartiría)-. Reitero lo
que siempre digo: si creen en el mismo, podían compartir espacio (no
quiero analizar cuál es el fondo del tema, probablemente menos
ideológico que de dirigentes)
Y ahora está el tema de la
inmatriculación: que la Mezquita-Catedral vuelva a manos públicas.
Pero , ¿cuándo estuvo en manos de un Estado o similar?
Estoy leyendo declaraciones de algunas
personas, y doy fe de ello, que, aun siendo cordobeses, no han pisado
la Mezquita Catedral salvo en actos protocolarios, o porque
pertenecen a asociaciones rimbombantes. Y no sigo siendo más
hiriente. Yo reconozco que visitar el edificio me encanta.
Probablemente la conozca menos de lo que querría; pero sí puedo
asegurar que cuando paseo por la Judería y no hay mucha gente en la
cola de las entradas, muestro mi DNI y entro a dar un paseo -o,
aunque parezca escatológico, a utilizar los servicios puesto que no
abundan los urinarios públicos en ese barrio (bueno, también están
los de mi querida Facultad de Filosofía y Letras)-
No, ¡por dios -sin tintes
religiosos-! ¿Se imaginan dejar la Mezquita-Catedral en manos de
unos políticos que nos han gobernado en la Junta de Andalucía, en
la Comunidad de Madrid, en la Generalitat Valenciana... o en manos de
los sindicalistas, apegados al poder, que han multiplicado su
patrimonio de manera más increíble que el milagro de los panes y
los peces? Abarcan todo el espectro político: desde la izquierda
hasta la derecha. Gente que ha deshonrado las luchas obreras. Esos
que se definen como pertenecientes a la clase, o casta, política.
Por suerte ahora, el beneficiario es solo la Iglesia católica. Y
digo por suerte pues, aunque restaurada con fondos públicos, sigue
en pie y en muy buenas condiciones. Y sobre todo, se puede visitar de
manera gratuita si eres ciudadano de Córdoba y provincia (también
gratis para el que quiera ir a misa). Por ejemplo, eso no se puede
decir del patrimonio manejado por el Ayuntamiento. Probablemente lo
menos malo, repito, es que esté en manos de la Iglesia. Como pase a
manos públicas en veinte o treinta años, entre corruptelas, EREs, y
rapiñas, no quedaría ni Mezquita ni Catedral. Bueno, primero se
crearía una comisión para el mantenimiento del edificio, con una
amplia masa de personas vinculadas a los distintos poderes -poderes
que cobrarían dietas por esas reuniones para elegir a una gerencia
de “libre designación”-con un sueldo superior al Jefe de
Gobierno-. Luego, como, en el Tribunal de Cuentas o en una de esas
múltiples agencias y fundaciones de la Junta de Andalucía -de la
que chupan de sus ubres más de cuarenta mil enchufados-, se crea un
personal que hace deficitario el edificio -a pesar de los diez,
quince o veinte millones de euros que se recaudarían por entradas-.
A continuación, se realizaría un ERE para regular la situación del
personal y se cedería a la iniciativa privada... y si no permiten
allí hacer una güisquería pues se vende por piezas... y se reforma
un poquito, hasta convertirlo en un precioso edificio del siglo
XXI...
Creo que conviene dejar el edificio en
las manos en las que está, eso sí, solicitarle de manera cortés,
que pueda ser usado especialmente por las tres religiones del libro.
Me da igual de quién es la propiedad siempre que su usufructo esté
bien gestionado.
Y por supuesto que no entro en
cuestionar a los que manejan un doble lenguaje: uno cuando mandan y
otro cuando están en la oposición. O recordamos desde cuándo hay
concordato. ¡Qué fácil es predicar, pero qué difícil es dar
trigo!.
Y quien esté libre de pecado, que
tire la primera piedra.
PS: Supongo que tras estas líneas
ganaré un millón de amigos. Muchos, que me conocen, recordarán
“quien duerme en el mismo colchón se vuelve de la misma condición¨
para no utilizar lo de las ruedas de una carreta... Es una reflexión
debida a mi “evolución conservadora” pues por mi edad he
superado el “infantilismo revolucionario”, o más bien, por el
proceso de conocimiento pues “el diablo sabe más por viejo...”
Eso sí, he aprendido que gente buena hay en muchos lugares...
incluyendo a la Iglesia.
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